Lo sospeché desde un principio podría decir el chapulín colorado, que ya no podrá defendernos y es que todavía no sabemos leer entre líneas las propuestas que en campaña nos hacen los candidatos que después de ganadores sale a relucir la verdadera esencia de sus acciones.
Nos engañan una y otra vez y ya tenemos el cuello calloso de la yunta a la cual estamos atados, pero no reaccionamos o si reaccionamos lo hacemos mal, permitiendo que durante los siglos de los siglos nos sigan poniendo el chupo bobo.
El tema de los impuestos es muy sensible porque cada impuesto disminuye la capacidad adquisitiva de quien lo sufre y por eso no es posible que haya simpatía máxime cuando se dice que es para tapar los errores administrativos de quienes se supone asumen el bienestar de la población. Pero en lo que si son magos nuestros gobernantes es en disfrazar las medidas y hacerlas parecer lo contrario de lo que en realidad son y cuando uno lee la propuesta de reforma tributaria, encontramos el primer disfraz: “ley de financiamiento” que el presidente defiende pensando en convencer a sectores que se oponen, porque pongámosle el nombre que sea, ya no vamos a poder comprar diez huevos sino ocho para que nos dé la plata que tenemos para mercar y agreguémosle el argumento de que es para tapar huecos (sin la máquina de Petro) y vemos que a las mega empresas transnacionales con exención impositiva en casi la suma que dan los recaudos o sea que el cálculo es recaudar una plata que se la van a eximir de pagar a las grandes empresas y es sencillo: si yo recojo de los amigos mil pesos para mis gastos, pero mi familia está aportando también mil pesos y se los dejo de recibir ¿qué me queda? Que le traslado esos gastos a mis amigos y exonero a mi familia. En este caso la familia son las transnacionales y van dejar de pagar casi la misma cantidad de dinero que arrojará el recaudo de la reforma a todos los sectores, pero más sensiblemente al patrimonio. Tenemos entonces que quién como senador se opuso ahora defiende esa misma reforma tributaria, otra de las promesas firmadas en mármol, escrita para los que no sabemos leer. Aquí debería existir un tribunal de juzgamiento ético conformado por todos los sectores de la nación que tenga la facultad de destituir o sancionar a los candidatos que mientan en campaña haciendo otra cosa ya posesionados, función que en la práctica no cumplen con ese requisito ni los cuerpos colegiados ni las instituciones.
Foto y Grafica: Hernán Riaño