Por: HERNANDO URRUTIA Director de Programación Vientos Stereo
Eran las nueve y media de la mañana pasaditas cuando una gran columna de humo se levantó por el aire del sur de la ciudad, el ambiente se enrareció y la expectativa creció y se empezó a esclarecer por qué ese tremendo ruido: habían puesto una bomba en las instalaciones de la escuela de cadetes general Santander en el barrio Muzú al Suroccidente de la capital.
No pasó mucho tiempo y los periodistas iban presurosamente llegando a cubrir la noticia y en medio de la congestión y el desconcierto llegó información sobre el hecho ocurrido dentro de las instalaciones de institución policial: fue un carro cargado de explosivos que estalló en medio de la graduación de un buen número de muchachos y muchachas que anhelaban continuar la carrera militar.
La confusión era terrible y aplastante y muy lentamente se sabian realidades como por ejemplo la cantidad de heridos y de muertos iban creciendo en la medida en que llegaban informes de los hospitales a donde fueron trasladados las víctimas, unos fallecieron en el acto y otros en los hospitales.
Por supuesto que el dolor que embargaba a los familiares y amigos ha sido grande, los daños materiales a la vecindad igualmente y se agrega a este drama la utilización del dolor para sentar opiniones sesgadas y malintencionadas que no favorecen a la sociedad colombiana que está tratando de remendar esta maltrecha patria. Soltar frases guerreristas y sindicar a uno u otro actor involucrado en este conflicto no sirve para nada a la paz que claman desde las tumbas los muertos de ayer pero también los de hoy y los de mañana.
Cabalgar sobre el dolor para polarizar el país lo que traerá como consecuencia será mas carrosbombas, mas asesinatos de líderes que desarmados se enfrentan a quienes insensiblemente descargan su odio o actúan a favor de intereses oscuros pero muy claros, versiones van y vienen y se buscan explicaciones de lo ocurrido, se reviven guerrilleros muertos, aparecen “mochos” con las dos manos cercenadas, sospechosos detenidos pero que contribuyen a la confusión.
Lo cierto es que de nada vale levantar la mesa de negociación en la Habana con este acto que suena a disculpa y no es que sean defendibles estas crueles acciones sino que no puede ser combustible para alimentar el fuego y el juego de quienes desean seguir en la confrontación que dejará en veremos la restitución de tierras y la reparación a la vez que el regreso de los campesinos a sus tierras, no podemos dejar hundirnos en nuestro infierno para que otros vivan en su propio cielo.
Fotografía y gráfica: Hernán Riaño