Inseguridad: Percepción o realidad

No es sino mirar artículos de prensa o escuchar algunas grabaciones de noticieros connotados de la ciudad de Bogotá, para entender lo que paso en las administraciones anteriores, referente a la seguridad en la capital de la republica. Y es que literalmente se rasgaban las vestiduras y con voz de autoridad pedían y argumentaban con largos y plegados informes la falta de atención de aquel gobernante para con el ciudadano bogotano, al verse desamparado ante tanta inseguridad.

Informes que se volvieron un rosario de críticas al “mal gobierno”, con estimativos sacados de encuestas elaboradas por expertos contratados por organizaciones como la Cámara de Comercio entre otras, donde se reflejaba a la ciudad con un promedio en la percepción de inseguridad bastante preocupante. Estas formas de demostrar la ineficiencia e ineficacia de aquella administración volcaron en la misma ciudad, en sus habitantes, y casi que se generó una paranoia colectiva, nadie salía solo o sola, las casas y los conjuntos comienzan una ola de encerramientos como forma protectora, ante tan alta inseguridad.

Sin embargo, un día después de haber sido electo la actual administración, léase, electo, no posesionado; como en una de las mejores acciones de ilusionismo Copperfield, esa tan cacareada percepción de inseguridad desaparece, y desde ese mismo instante Bogotá se convierte en la ciudad que todos habíamos soñado, una ciudad limpia, ordenada, pero ante todo segura; y uno como ciudadano desprevenido se preguntaba ¿Cómo es posible?, y la respuesta está en uno que otro medio de comunicación, y su indiscutible y muy bien manejado despliegue mediático.

Comienza entonces una afanada lucha entre las políticas anteriores y las nuevas, en el aspecto social, gubernamental, administrativo, policial y en seguridad, que trae consigo despidos o para llamarlos con el actual léxico, la no renovación de contratos a una gran cantidad de personas que quedaron físicamente en el pavimento, aunadas a ello, se vienen otras variables administrativas, si me permiten el termino, como la enajenación de la ETB, el estudio y la posibilidad de construir en la reserva Van Der Hammen, sin contar los comedores comunitarios, los jardines, que hoy son un recuerdo.

Pero también se viene algo de lo que muy poco hablan hoy los medios que tanto difundían, pero de lo que con gran pena e impotencia hablan jóvenes, ancianos, mujeres y hombres, que han sido víctimas de atracos, robo e intimidación, la inseguridad, sí, aquella que dos párrafos atrás había desaparecido, está latente en todas las localidades, en un bus desocupado vía la victoria, se sube un joven, más adelante se suben dos personas, un hombre y una mujer, la cual se acerca al joven y le dice: dame su bicho, (llámese bicho, celular) no tengo, replica el joven, lo esculcan, no se lo encuentran pero se llevan de sus bolsillos todo cuanto tenía en ellos; en un día normal si se le puede llamar a esto así, se pueden escuchar gritos desgarradores de jovencitas y jovencitos que salen de los colegios animando a los desprevenidos andariegos del sector para que le ayuden a recuperar sus pertenencias; sectores como; alrededor del Polideportivo de Villa de los Alpes, Parque de Columnas, Parque de San Cristóbal, en las tarde noche, Guacamayas, La Victoria, 20 de Julio y sus barrios circunvecinos han sido presa de la delincuencia común, sin que se vea se esté haciendo algo; sin embargo, la actual administración y el Fondo de Vigilancia da cuenta de una gran cantidad de cámaras, 500 que serán instaladas, otras que están en operación 320 y algunas en reparación 220, con el firme propósito de combatir esta inseguridad, que no es precisamente una percepción ciudadana. De Dios será, que esta administración no pase verdaderamente sin pena ni gloria en el tema de seguridad, ante todo en las zonas de mayor vulnerabilidad, y de menor vigilancia, los sectores del sur de Bogotá.

Por Jorge Raúl Solano Comunicador Social

Foto: cronicadelquindio.com

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