Analfabetismo social

Una de las preocupaciones, después de haber asumido la frecuencia en el Dial para Bogotá y empezar a emitir con las comunidades como objetivo, era el adoptar una actitud y una dinámica pedagógica frente a los oyentes. En esta tarea descubrimos que muchos de los que se acercaban carecían de elementos necesarios para interpretar la realidad desde su propia mirada y a esta circunstancia nos atrevimos a bautizarla analfabetismo social.
¿Pero cómo lo definiríamos? Teníamos que justificar el concepto y la comparación la hacíamos desde la persona que por no saber decodificar o descifrar algo que se le presenta a la vista
No sabe qué es lo que dice el texto.
Ya trasladado al analfabetismo social sería lo mismo con la realidad, presentada como texto y que no se sabe leer, Es decir que tienen que recurrir a otros para que se la interpreten.
Pero bueno, ¿cómo romper esa circunstancia? Vimos que teníamos la necesidad comunicativa de romper con esa situación además histórica y trabajar para dotar a las comunidades de los elementos necesarios para interpretar su realidad, su propia historia, pero desde ellas mismas,
Que no sean otros quienes le hagan la lectura y además puedan confrontar sus lecturas con las demás.
En ese sentido el analfabeta aprende y el analfabeta social aprehende, se sitúa como sujeto de la sociedad y no como objeto, lo que le permite asumir la vida colectiva, a observarse desde sí mismo, despertar la sensibilidad y de cierto modo, sentir la historia desde él mismo y haciendo una licencia sociológica, implica saber de qué somos herederos y qué podemos dejar de herencia.
Significa también que debemos viajar hacia la causa a través del efecto y eliminar el síndrome del bonsái para tener aspiraciones más ambiciosas y menos enanas.
Este ejercicio mutuo permite generar procesos oyente-emisora y emisora-oyente en una dinámica dialéctica, mediante el cual podemos elaborar imágenes en el mundo interior del oyente con ese intercambio permanente de alfabetización mutua, para contrarrestar la estigmatización tanto endógena como exógena, es decir, rescatar el ser humano para descosificar al oyente, estructurar nuestro propio lenguaje, rescatar nuestro propios silencios y reconocer los ajenos, construir nuestros propios senderos y consolidar una visión mas cercana a nuestros sueños.
Que no queden en el olvido aquellos hechos que deben memoria permanente y en una práctica recíproca con la audiencia superar la apatía, despertar el entusiasmo de aprehender, saber y enseñar que la ciudad se debe a nuestra existencia y establecer cuál es nuestro papel en la construcción del país.
Dicho esto, el reto es caminar hacia la creación de una opinión pública cualificada y calificada
Que sea una audiencia con incidencia en los procesos sociales y políticos.
Para esto mi propuesta es que cada día la radio se parezca más a la realidad y la realidad más a la radio y que entre todos elaboremos un lenguaje de libertad.

Por: Hernando Urrutia Vasquez

Foto: Pagina facebook de Hernando Urrutia

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