
Por Hernando Urrutia Vásquez
Se han atiborrado las noticias con el caso de nuestros hermanos venezolanos. Páginas enteras e imágenes de televisión muestran la tragedia, candidata a la presidencia con la voz entrecortada inicia su campaña con los estantes vacíos de fondo, miles de desplazados deambulan por las calles de las ciudades principales (claro que menos que nuestros propios desplazados) y esto genera solidaridad, indignación. En los restaurantes no volvieron a ofrecer maduro y en las calles se grita empanadas venezolanas, aprovechando el papayaso social y el impacto que ha hecho mella en los colombianos para generar un mercado y con la convicción de que se da una cuota solidaria y con la seguridad de que el comprador no va a encontrar la variedad de fruta con ese nombre gubernamental.
Fotografía: Conectas – Direitos Humanos
Si consultamos las redes está circulando un video en donde este modelo de hacer política ya fue implementado en el Ecuador en donde el caballito de batalla fue la lucha contra el gobierno de Venezuela, lo que le hace a uno reflexionar la capacidad de imitar de nuestros actores políticos ¡!!!claro la situación es explotable y por eso tanto papelón (eso si melodramático señor Peñalosa). Resaltando eso si la destreza de nuestra clase dirigente de tocar el corazón de quienes nos olvidamos de los cinco mil niños muertos porque los destinos de la plata no se invirtieron en ellos y que después murieron desnutridos por culpa de quienes derraman lágrimas(de cocodrilo dicen los ancestros) y con eso montan su teatro.
Resumiendo: el caso de Venezuela tiene dos utilidades a las cuales les sacan el jugo, uno es la famosa figura del “coco” de la cual ya se ha hablado y el motivo de miedo que se contrarresta votando por los mismos caciques de siempre y el segundo la utilización vulgar del dolor de nuestros hermanos en crisis para cabalgar sobre la tragedia y captar votos y una vez en el poder
Ser incapaces de solucionar tanto los problemas de aquí ni mucho menos los de allá.