La verdad según trotaires

Por: HERNANDO URRUTIA -Director de Programación Vientos Stereo

Este trotaires, me mete en unos líos!. Llegó intempestivamente a mi cuarto a interrogarme con una actitud desafiante de sentencia:

¿Qué realidades se pueden construir con elementos falsos?.

 ¿Cuándo se combina mal lo que pasó con lo que debe pasar?

-¿La mentira en lugar de dar luz, proyecta sombras históricas?.

¿En esas circunstancias  hay eficacia en los procesos sociales?

-Con énfasis huracanado prosiguió:

-El que  no posee la verdad, no maneja la libertad.

Se suplanta a quienes deben buscar la verdad.

La mentira histórica atenta contra la salud mental, crea ilusiones falsas y generan desequilibrio emocional.

-La mentira es factor de dominio  y ayuda a amortiguar el desencanto.

-Pasamos de la colonización  material  a la colonización  sicológica.

-El presente es válido si el recuerdo de la experiencia es transformador.

-En ese sentido el relato histórico tergiversado acentúa el orden establecido y no transforma ni dinamiza la verdad.

-La falsa verdad trastoca la ética.

Al verme desconcertado  me  lanzó una pregunta-dardo….

¿Qué es la verdad?

-Bueno, hay tantas verdades como seres existen-dije vacilante-

Soltó una sonora carcajada que se estrelló en forma de ventarrón

contra el techo en un eco repetido y fugaz..

-No hay varias verdades. La verdad es una, las interpretaciones, miles.

Lo que vivimos son interpretaciones de la realidad, pretendiendo cada una ser  la verdad. Eso es distinto a que cada uno tenga la verdad. En esa medida una tiene que triunfar sobre las otras. El cuento posmoderno de cada uno con sus verdades, es el método de la conciliación artificial.

No podemos hacer armónica una interpretación de la realidad con otra que le sea contraria.

El encuentro de dos interpretaciones de la realidad, antagónicas, sirve más bien para que alguna de las dos se fortalezca o a veces los antagonismos sirven para fortalecerse mutuamente. No es cierto que la verdad se reparta en  pequeños trozos personales. Es imposible armar una verdad en donde hay piezas que  no cazan en el rompecabezas.

Existen versiones que se elevan a la categoría de ortodoxia irrefutable y a veces se consolidan a través de las costumbres y de las leyes, así como también hay interpretaciones que facilitan el olvido y se convierten en impunidad histórica

Se trata pues de que una interpretación y una verdad falsa nos impiden descubrir  el verdadero contenido de los hechos y la falsa interpretación hace de la realidad un cajón oscuro.

Ahora, es evidente que la interpretación de la realidad le sirve a alguien y su aplicación genera unas expectativas de resultados determinados, y que hay momentos históricos en los que la verdad no se nota porque está amordazada. La propaganda de muchos regímenes apunta a validar socialmente sus medidas mediante la interpretación sesgada y al acomodo de su propietario. La historia contada por quienes tienen la intención de utilizarla para su perpetuación se convierte en la clara ignorancia de los hechos que una vez mas nos condena a repetirla.

Lo que es cierto es que detrás de la falsa verdad se esconde un victimario.

Generalmente nos han contado la historia desde los vencedores y lo lógico es que en un relato, la víctima y el victimario tienen dos versiones de los mismos hechos.

Por eso podemos afirmar  que nos han enseñado una historia que es más lo que oculta que lo que esclarece.

Es así como nos fabrican una memoria ajena, nos hacen esclavos de la falsa verdad a fuerza de repetirnosla y volverla hegemónica. Nos trastocan la memoria como aprendizaje por medio del recuerdo.

A partir de este mecanismo ya somos subyugados por el destino que otros nos han impuesto.

Nos han gobernado a punta de versiones hegemónicas, en la que nos ha sido  vedado descubrir el verdadero contenido de los hechos.

 Y la distorsión es el sicario de la verdad, trastorna la ética y voltea la realidad a su favor. La propaganda de muchos regímenes apunta a validar socialmente sus medidas mediante la interpretación sesgada y al acomodo de su propietario. Por lo tanto no esperemos nunca que los vencedores  hablen por los vencidos, que los grupos económicos reflejen a los excluidos, que los victimarios fraternicen conceptualmente con las víctimas.

Con la mentira queda sellada la gran puerta a la historia, no solo la que ha transcurrido sino también la que está transcurriendo.

 Por ley cuando la mentira trasciende, la verdad se restringe proporcionalmente.

No se puede aprender de una experiencia mal resumida, porque en resumidas cuentas debemos saber con certeza cuál es la herencia de la que nos tenemos que apropiar.

El victimario interpretativo nos induce a recordar la suerte que otros no han corrido, erigiéndonos en jueces mentipulados que terminamos absolviendo a los verdugos y se consolida un marasmo e inmovilidad mental que nos hace parte de una opinión pública engañada. Es bueno traer a cuento la famosa frase “el que no conoce la historia está condenado a repetirla”  pero habría que agregarle que el que la interpreta mal, también, y ese ha sido el permanente ejercicio.

A veces la falsa verdad tanto se afirma que se convierte en casi inmortal. Es la planta que esparce su líquido venenoso para que otras no  crezcan y sean por siempre raquíticas. Para ella, ese humus (la realidad) es su propia sobrevivencia, si las otras interpretaciones logran alimentarse igual, su fuerza caerá irremediablemente. Funciona a través de todos los tiempos y ha sido un instrumento eficaz para mantener manejada la población. Es así como se sustenta el poder “quien gane la mente del hombre ganará la guerra” dijo un general hace unas décadas y la guerra la están ganando quienes tienen toda la posibilidad de socializar su interpretación de la realidad.

La historia de Colombia ha sido mal contada y es más, la real nos la volvieron a repetir  y a punta de hacerlo muchos hemos perdido la esperanza de conocerla.

Los intelectuales que han descubierto algo, escudriñando han estado en desventaja en la capacidad de difundir su versión y  el establecimiento no se ha detenido en fabricar borrosidades y olvidos sobre lo real, incluyendo la   eliminación física de  sus contradictores.

El conocimiento alternativo se ha abierto paso muy lentamente y ha sido un esfuerzo titánico explicar a la gran mayoría, la verdad de nuestra historia, máxime cuando se ha entronizado un inmediatismo angustioso que no permite intelectualismos que suenen muy teóricos.

Pero si bien es difícil inducir a la gente a apropiarse de herramientas con miras a la libertad, también es cierto que todos los días la vida nos da la oportunidad de interpretarla y ese es el gran esfuerzo que hay que hacer para construir un conocimiento alternativo capaz de conmover, dotar y en un momento dado movilizar sectores en torno a la democracia, teniendo en cuenta que la que vivimos, no lo es, dejando en claro que la sola enunciación de la palabra no significa la realización o aplicación de la misma. Hay que entrar a juzgar la interpretación, el uso del lenguaje  que ha dado por resultado  lo contrario de lo que se enuncia,  a sabiendas que con ello se  despiertan sentimientos, simpatías y se mimetizan las verdaderas intenciones.

-¿Pero qué debemos hacer?

-Hay que hacer ejercicios de búsqueda de la verdad e inevitablemente para que triunfe la verdad, tiene que andar sobre el cadáver de la mentira.

Mientras unos “historiadores” buscan con habilidad velar la historia, nosotros estamos obligados a descubrirla, generando un mecanismo que permita rescatarla.

Ya hay unas versiones más acordes a la realidad, que están muy restringidas porque no son la verdad oficial, debemos seguir el camino que muchos han abierto, pero la verdad todavía está en camino, nos corresponde salir a recibirla.

Foto: Hernán Riaño

 

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