Por: HERNANDO URRUTIA – Director de Programación Vientos Stereo
Nos han dominado a través de los siglos por el miedo como instrumento, el miedo a desobedecer lo encontramos desde el paraíso y su ejemplarizante expulsión como parámetro y modelo histórico de obediencia. Sociedades enteras se han marchitado por el ácido corrosivo del miedo, refugiadas en la obediencia a los poderes articulados con la amenaza.
Desde el infierno religioso hasta los hornos nazis dan cuenta de la entronización del terror y en cada eliminación se deja abierta la posibilidad de que alguien relate las atrocidades para atemorizar los espíritus rebeldes y enriquecer el anecdotario del terror, por eso los déspotas en todos los niveles cabalgan sobre el lomo del intimidado y si repasamos la historia parecería que Dios está del lado de los que siembran el miedo hasta convertirlo en pánico como su expresión concentrada, el temor hiperbólico, por eso la historia es el relato de los que propagan la intimidación del más allá, mientras siembran temores en el más acá y muchas veces nos hacen disfrazar el miedo y vestirlo de respeto o de veneración al orden.
La construcción del concepto de autoridad es un mecanismo inductor de obediencia y por lo tanto de poder y como “toda autoridad viene de Dios” nos hacen practicar la falsa humildad y desenvolvernos entre mensajes que generan odio y miedo incluso a nosotros mismos y acunar el miedo colectivo e individual porque desde pequeños nos enseñan a tener miedo, es más, nacemos con él y por eso nos aferramos a algo instintivamente.
Lo peor es que ese miedo es elástico: nos abarca a todos, siendo capaz de provocar una paralización por contagio atemorizándonos tanto con lo que conocemos como con lo que desconocemos.
Dicho esto podemos deducir que Colombia está en manos de quienes siembran el terror para cosechar miedos. Nos enseñan la historia para que vivamos en un permanente temor retrospectivo porque saben que una sociedad sin miedo es la posibilidad más próxima a una sociedad verdaderamente democrática, porque va a pensar, decidir y escoger mejor a aquellos que direccionarán los destinos de un país como Colombia; por eso a nuestros gobernantes no les gusta esto, porque de dónde va a sacar los recursos para su vidas palaciegas y de fantasía si no es a través del discurso del miedo.
Foto: Hernán Riaño