Por: HERNANDO URRUTIA Director de Programación Vientos Stereo
Vivimos una época violenta que ha engendrado personajes tan nefastos para la historia que nos sonrojamos cuando leemos sus biografías, pero nos sonrojamos más cuando sabemos que esos personajes han cosechado simpatías en el común de la gente.
Cuando nos enteramos que figuran en el pabellón de los insignes porque se “han ganado ese honor” y sus seguidores forman una voluminosa población. Estamos hablando de representativos de nuestra clase dirigente, si, esa que ha llevado juntitos históricamente el interés económico y el político.
Si no me creen ojeemos las miles de víctimas por culpa del poder a través de las décadas untadas de sangre a nombre de la democracia.
¿Pero por qué se ha dado esto?, porque toda la historia ha sido un hecho de usurpación y solo ha sido contada desde los que manejan los destinos del país.
Lo perverso de esta situación es que desde la base social de estas corrientes se respira una atmósfera alimentada de odios inducidos, de reproducciones reiteradas, de mentiras, de una especie de “otrofagia” en la que la víctima se convierte en presa fácil de estos militantes de la grosería y digo militantes porque son juiciosos disciplinados y productivos para generar miedo y destruir la imagen del contrario ejerciendo su “política” tan religiosamente, practican el matoneo con una fuerza depredadora y están tan obnubilados que en su constante obsesión, niegan la posibilidad de razonar porque hablan siempre en altas, para hablar en términos informáticos, recurren a las palabras ofensivas y a los gritos, no mejorando sus argumentos sino mejorando su patanería y su desprecio, para destruir con un enceguecimiento escalofriante, generando luto, en aras de combinar todas las formas de lucha y una de ellas es acabar al contradictor en la opinión pública.
Foto: Facebook de Hernando Urrutia