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Uno de los postulados del programa basura cero es el de evitar, mediante una dinámica tanto de las instituciones como de las amas de casas de Bogotá, un derrumbe de las proporciones de 1997 por saturación de materiales.
Y es que no se ha cancelado el daño anterior y viene una nueva amenaza de inundar a una gran parte de la población de olores desagradables, causa de demandas que desembocaron en la indemnización de 250.000 personas, porque ante la demanda perdió el Estado frente a quienes estaban demandando encabezados por Guillermo Asprilla (Q.E.P.D) y han pasado muchos años y las distintas administraciones incluyendo Garzón que prometió no ampliar el botadero como se le conoce popularmente.
Ahora la tarea del distrito de disminuir la cantidad de residuos en el relleno marcha a medias porque no hemos acelerado el reciclaje y va a ser una medidade larga aplicación y que en algunos países como Japón o Suiza generan multas significativas. La tarea de los bogotanos se centra en la capacidad de reciclaje para no recargar a doña Juana y reutilizar al máximo lo que consideramos basura.
Los operadores particulares no están interesados en solucionar algo que no consideran del resorte suyo, por lo tanto la responsabilidad la han dejado en manos de la alcaldía distrital.
